Allí estabas tú. Mi
ángel en la oscuridad. Te vi. Supe que te quería.
Tus brazos me
protegían, me resguardaban, eran como una muralla infranqueable donde nada ni
nadie podía dañarme. Eran mi promesa de seguridad… pero más que seguridad,
felicidad.
¿Dónde estás ahora? Veo el espacio que te pertenece en este desgastado colchón, aún está tibio, deberías estar aquí, ¿por qué no te siento?
¿Dónde estás ahora? Veo el espacio que te pertenece en este desgastado colchón, aún está tibio, deberías estar aquí, ¿por qué no te siento?
¿Será que he perdido mi
capacidad de sentir? ¿Será que tú te has perdido?
Mi memoria también comienza a fallar. Ya no recuerdo la última vez que mis labios ardieron con el furor de los tuyos, en su lugar tengo escamas. Soy toda grietas, toda desierto. Me estoy secando, y tú ya no eres agua.
Mi memoria también comienza a fallar. Ya no recuerdo la última vez que mis labios ardieron con el furor de los tuyos, en su lugar tengo escamas. Soy toda grietas, toda desierto. Me estoy secando, y tú ya no eres agua.
Tampoco recuerdo cómo
es que late un corazón… uno enamorado. ¿Mi corazón late aún?
Y es que el tiempo vuela, ¿no lo
crees? Y cruelmente se ha ido llevando una a una mis esperanzas. Es despiadado,
ruin. Con sublime sutileza ha suplantado mi tez suave por una frágil y áspera,
se ha tomado la tarea de escoger mis cabellos, hebra por hebra, y pintarlos con
sus largos dedos; ya no son negros, ahora tienen color humo. Humo es mi
cabello, humo es mi aliento. Como humo se dispersa mi vida.
Y sigo sin saber a
dónde te has ido, amor.
En mi anular aún
mantengo esa promesa, sé que sigues vivo aunque ya ni a ti te recuerdo.
Mis memorias se
esconden entre álbumes, pero no quiero buscarlas, no quiero vivir de ellas,
estoy cansada de imágenes sonrientes. Les temo. No confío en risas que no puedo
oír.
En ocasiones te
encuentro, cuando el silencio es tan fuerte que aturde y cuando la oscuridad lo
llena todo, en ese momento puedo verte. Tú. Vuelves a ser mi ángel. Tus brazos
me vuelven a acunar y me siento protegida de nuevo. Me siento en casa. Pero ese
abrazo ahora es tan efímero como un suspiro, tus brazos ya no son una muralla.
Antes me refugiaba en ellos, ahora me congelan. Tengo frío, y tú ya no eres fuego.
...
Esta noche volví a
encontrarte, y aún había luces encendidas; volví a encontrarte, a pesar del
ruido. Eras tú, durmiendo a mi lado. Pero esta noche, aunque te veía, no te
sentí. Aunque tu aliento era tibio y tu cuerpo aún irradiaba calor, mis huesos
tiritaban.
Eras tú, era yo, pero
ya no éramos nosotros.
Después de todo, el humo se dispersa, huye, vuela y desaparece… Y yo soy humo.
~DF
Magnífico D, me gustó ese humo echo letras en volutas ... Sigue...
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