Hoy me ha dado por soñarte…
Sí, de pronto hoy tengo
ganas de quererte aún más que todos los días pero, al igual que todos los días,
sólo el eco de tu ausencia me responde.
Sin embargo, he descubierto que a veces
sólo basta evocar el recuerdo de alguien para que sus memorias cobren vida en
ti. Y que se vuelva vida en tu vida. Luz en tus ojos. Labios en tu boca. Dedos
en tus manos. Alma en tu alma.
Y de pronto quiero intentarlo.
Y de pronto quiero intentarlo.
Cierro los ojos y como un milagro aquí estás.
Y te siento, y tu esencia llena cada recoveco
de este desolado lugar, pero no me refiero a esta habitación, sino a mi cuerpo
que es tu espacio. Es el hogar que siempre está esperando con brazos abiertos
tu venida, más bien tu regreso, porque, sí, ya has estado aquí en sueños
anteriores y tal vez en vidas ya vividas.
Y con cada suspiro me he ido amoblando, y abro ventanas y quito el polvo, y hasta me atrevo a preparar café.
Porque sé cuánto te gusta el café.
Porque quiero que te quedes.
Y comienzas a hacer un recorrido cual topógrafo queriendo conocer el terreno. Y entre montañas y llanuras descubres mi cuerpo. Y te paseas por mis hombros y mi piel perlada de tímido sudor me delata. Eres como agua deslizándose con sutileza a lo largo de mi pecho. Y mi labio mordido te envía señales, señales que ignoras pues te has perdido en el mar de mis más recónditos deseos.
Y de pronto el tic tac del reloj pierde su sentido cuando empiezo a guiarme por el canto de un corazón que sucumbe al delirio de un sueño, de una pasión.
Y se me antoja no sólo soñarte, sino tenerte aquí. No sólo quererte, sino que me quieras. No sólo compartir contigo una taza de café, sino la vida.
Y con cada suspiro me he ido amoblando, y abro ventanas y quito el polvo, y hasta me atrevo a preparar café.
Porque sé cuánto te gusta el café.
Porque quiero que te quedes.
Y comienzas a hacer un recorrido cual topógrafo queriendo conocer el terreno. Y entre montañas y llanuras descubres mi cuerpo. Y te paseas por mis hombros y mi piel perlada de tímido sudor me delata. Eres como agua deslizándose con sutileza a lo largo de mi pecho. Y mi labio mordido te envía señales, señales que ignoras pues te has perdido en el mar de mis más recónditos deseos.
Y de pronto el tic tac del reloj pierde su sentido cuando empiezo a guiarme por el canto de un corazón que sucumbe al delirio de un sueño, de una pasión.
Y se me antoja no sólo soñarte, sino tenerte aquí. No sólo quererte, sino que me quieras. No sólo compartir contigo una taza de café, sino la vida.
Df