domingo, 16 de agosto de 2015

Hoy me ha dado por soñarte...




Hoy me ha dado por soñarte… 
Sí, de pronto hoy tengo ganas de quererte aún más que todos los días pero, al igual que todos los días, sólo el eco de tu ausencia me responde.
Sin embargo, he descubierto que a veces sólo basta evocar el recuerdo de alguien para que sus memorias cobren vida en ti. Y que se vuelva vida en tu vida. Luz en tus ojos. Labios en tu boca. Dedos en tus manos. Alma en tu alma.

Y de pronto quiero intentarlo. 
Cierro los ojos y como un milagro aquí estás. 
Y te siento, y tu esencia llena cada recoveco de este desolado lugar, pero no me refiero a esta habitación, sino a mi cuerpo que es tu espacio. Es el hogar que siempre está esperando con brazos abiertos tu venida, más bien tu regreso, porque, sí, ya has estado aquí en sueños anteriores y tal vez en vidas ya vividas.

Y con cada suspiro me he ido amoblando, y abro ventanas y quito el polvo, y hasta me atrevo a preparar café.
Porque sé cuánto te gusta el café.
Porque quiero que te quedes.

Y comienzas a hacer un recorrido cual topógrafo queriendo conocer el terreno. Y entre montañas y llanuras descubres mi cuerpo. Y te paseas por mis hombros y mi piel perlada de tímido sudor me delata. Eres como agua deslizándose con sutileza a lo largo de mi pecho. Y mi labio mordido te envía señales, señales que ignoras pues te has perdido en el mar de mis más recónditos deseos. 

Y de pronto el tic tac del reloj pierde su sentido cuando empiezo a guiarme por el canto de un corazón que sucumbe al delirio de un sueño, de una pasión. 
Y se me antoja no sólo soñarte, sino tenerte aquí. No sólo quererte, sino que me quieras. No sólo compartir contigo una taza de café, sino la vida.





Df
 


sábado, 8 de agosto de 2015

HOY ME ESCRIBO...



A veces siento que me he quedado sin inspiración, que los vientos egoístas del destino se llevaron consigo todo vestigio de poesía, de letras, de memorias… y me quedé vacía. Son esos momentos en los que, al tomar un lápiz, éste se siente extraño entre mis dedos y un libro llora al saber que soy incapaz de recordar sus delicadas, potentes, tiernas y apasionadas palabras. Y también lloro. Pero en cada lágrima, se desliza por mi mejilla un recuerdo. Y cada recuerdo me inspira. Y siento una sonrisa asomarse tímidamente en mi rostro. Y vuelvo a tomar el lápiz y mis dedos lo abrazan, y sé que han vuelto a reír, como dos amantes al encontrarse de nuevo en su cálido y estrecho escondite donde se reconocen, donde se aman, donde viven y donde mueren cuando llega el momento de partir… hasta el día en que se encuentren otra vez. Entonces las letras fluyen como la música en las manos del pianista que encuentra su pasión entre partituras y notas, y entre cada tecla se encuentra a sí mismo. 



Y esos recuerdos se convierten en mi musa. Y comienzo a escribir, no al amor, no a la tristeza, no a las desventuras, sino a la vida. A la vida que en sí es la suma de todas esas pasiones. Escribo al aire que entra a mi cuerpo como ladrón, sin ser sentido, y sale del mismo modo; pero en lugar de robarme, ese aliento me da vida; por ese aliento existo. Escribo a lo que me hizo sonreír ayer, y a lo que me sacó lágrimas hace dos días. Escribo al falso amigo y también al verdadero. Escribo al espejismo de un amor que me rompió a pedazos, pues con cada uno de esos pedazos puedo volver a amar; y escribo por supuesto a la valentía del amor esperado, ése que sin que yo se lo pida tomará cada una de mis partes y las unirá de nuevo; pero mientras le espero, me escribo a mí. Sí, le escribo a mi piel, le escribo a mis manos, a mis brazos, le escribo a mis caderas y también a mi alma. Me confieso perfecta en mis imperfecciones, fuerte en mis debilidades, completa aunque me falten piezas, y viva… aunque a veces muera. Me declaro poesía; letras y música. Soy también brisa, frío y fuego. Soy ternura y ardor. 


Soy mujer, y por eso me escribo.

Y cuando llegue ese momento de sequía, pensaré en mí, y seré un río...



Y entonces volveré a escribir. 

~DF